"Las tres bodas de Manolita", Almudena Grandes, novela, 2014.
- Sylvia GOMEZ
- 14 may 2022
- 2 Min. de lectura

Incluyo esta reseña de “Las tres bodas de Manolita”, otro de los “Episodios de una guerra interminable” como un pequeño homenaje a la extraordinaria novelista Almudena Grandes que dejó, con su prematura partida, un enorme vacío en la literatura de habla hispana.
La obra es una larga narración, centrada en la posguerra española. En esta aparece el personaje de Manolita, una muchacha anónima, como muchas que se convirtieron en el símbolo de la resistencia; entendiéndose por resistencia a la voluntad de sobrevivir en las condiciones más absurdas e inhumanas, de soportar día tras día las consecuencias de ser los perdedores de la contienda.
Ella se considera una persona insignificante. Su padre y su hermano, por el contrario, son bellos y causan admiración en hombres y mujeres. Los amigos del barrio: La Palmera, El Manitas, El Puñales, El Olivares y otros, son jóvenes simpáticos, solidarios y entregados a la causa republicana. Las mujeres son jóvenes y hermosas, admiradas en las calles y en los tablados, aunque algunas ocultan un pasado sórdido de abusos y violaciones, que les marcaron de por vida.
La guerra también dejó orfandad; de ahí que las mujeres fueron las verdaderas heroínas de la posguerra. Muchas Manolitas debieron asumir la crianza de los hijos y hermanos, darles de comer cuando el hambre se hacía llanto, tratar de educarlos enviándolos a instituciones regentadas por la Iglesia y en donde se daba un tenaz adoctrinamiento a las nuevas generaciones españolas. Los padres o hermanos fueron fusilados, estaban encarcelados, escondidos o luchando inútilmente en los montes.
La autora dedica largos capítulos a cada uno de los personajes principales, cuenta su vida y su nexo con la historia. En estos relatos abundan las alusiones a personas y hechos reales, que serán sin duda apreciados por un lector minucioso. Con frecuencia estas referencias exigen absoluta concentración para no perder el hilo narrativo.
El título de la obra pone de manifiesto episodios absurdos, como es el caso de las bodas de mujeres, con prisioneros políticos que disfrutan de una hora desenfrenada de amor carnal, en una incómoda e inmunda celda, antes de saber su sentencia de muerte o de cárcel a perpetuidad. En las filas de las visitas, las prisioneras se hacen amigas, comparten las penas, muestran una alegría colectiva ante el mínimo atisbo de felicidad.
Manolita debe casarse, cumple una misión de la resistencia y, aunque le parezca indigno, se compromete con una falsa boda, una peligrosa tarea que podría tener fatales consecuencias. Apenas conoce a su novio y él casi no la recuerda, pero, tras las rejas, empiezan a descubrir el amor y a dar sentido a sus vidas.
La obra desnuda también el papel de curas y monjas como acólitos del régimen, los primeros se enriquecen con los pagos diarios de las bodas; las otras, con la esclavitud de los huérfanos, que deben trabajar en condiciones inhumanas, sin ningún derecho. Denuncia además la traición de quienes se acomodaron al régimen y, vendiendo a sus mejores amigos, ascendieron hasta los puestos más altos en la policía represiva del franquismo.
El mejor homenaje a la memoria de esta gran mujer será la lectura de sus obras, con las que se ha ganado un sitial exclusivo en la literatura contemporánea.
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