EL OLVIDO QUE SEREMOS, Héctor Abad Faciolince, novela autobiográfica, 2017
- Sylvia GOMEZ
- 1 abr 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 jun 2022

“Lo amaba más que a Dios” dice el autor colombiano, en esta autobiografía, donde su padre, Héctor Abad Gómez, es el personaje central. Si bien el novelista hace un recorrido desde su infancia hasta su madurez, confiando al lector los pequeños y grandes acontecimientos que construyeron su vida, ese recorrido lo hace de la mano de su padre y luego bajo su recuerdo, por ello afirma en alguna de las páginas: “Casi todo lo que he escrito lo he escrito para alguien que no puede leerme, y este mismo libro no es otra cosa que la carta a una sombra”
Con una mirada retrospectiva, como lo exige el género, el autor nos hace partícipes de los mejores momentos de su niñez y de su juventud, en su natal Medellín y otros lugares de la geografía colombiana, junto a una numerosa familia materna que califica como cristiana, de tradición conventual, apegada a las buenas maneras, cuyas ideas contrastaban con las de su padre: liberal, contestatario, rebelde . Nos emociona con las anécdotas alegres y nos comparte el dolor frente a pérdidas que sufrió, especialmente la muerte temprana de su hermana y sobre todo, el asesinato de su progenitor, en manos de sicarios contratados por grupos de extrema derecha.
Con una prosa sencilla, carente de rebuscados efectos de estilo, evoca su figura, como un ser protector con el cual, pensaba que nada malo podía ocurrirle. Nos traza su semblanza como médico al servicio de los pobres, en las barriadas de la ciudad. Pone de relieve su carácter optimista y alegre, que llenaba la casa con su risa estridente, su inutilidad para todo lo que significara hacer algo con las manos, su incapacidad para manejar el presupuesto familiar; defectos que se borran con el extraordinario amor que supo dar a su familia y que fue su mayor herencia.
Dentro de sus remembranzas, vemos al padre como un maestro que no quiere imponer al hijo sus criterios sino que lo deja decidir por sí mismo, que le ofrece un sinnúmero de ejemplos de vida y de oportunidades, para que encuentre respuestas a sus múltiples interrogantes. Como escritor, aprecia que le haya ofrecido la oportunidad de conectarse tempranamente con los libros y el privilegio de haber compartido vivencias con los grandes de la literatura de la época.
En esta semblanza sobre la figura paterna, destaca su trabajo en la Universidad, su solidaridad con los alumnos; su lucha por prevenir enfermedades con la sola dotación de agua potable; su búsqueda de ayuda internacional para fundar asociaciones de protección a los niños; su incansable deseo de educar, a través de charlas, a los habitantes casi analfabetos de los barrios marginales; su militancia a través de escritos incendiarios, que elevaron las voces de la censura conservadora.
Como toda biografía, esta tiene un valor testimonial; sin duda, hace un bosquejo de la difícil situación que atravesó Colombia durante los años 80 y 90 del siglo anterior y aunque no queramos reconocerlo, lo que ocurre hasta hoy en algunos países latinoamericanos. Al igual que otros líderes populares, Héctor Abad Gómez, se convirtió en el enemigo público de las clases poderosas. Sus ideas le granjearon la enemistad de la burguesía antioqueña, indiferente a la situación de las masas empobrecidas. Sus escritos frontales, contra quienes asesinaban a estudiantes y a activistas políticos, dictaron su sentencia de muerte, en una época de impunidad para los grupos más reaccionarios de la sociedad. Pronto se vio atacado por los propios médicos, por los representantes de la iglesia, por la prensa, que vieron en él una amenaza al status quo. Viajes que sabían más a exilio, le permitieron por un tiempo alejarse de la amenaza cierta que pendía sobre su vida. Finalmente en 1987, en una suerte de “crónica de una muerte anunciada”, se calló cobardemente la voz del hombre que, entre otros, había alertado sobre la creciente violencia que consumía el país.
Aparte de denunciar estos hechos , la voz del escritor encierra una crítica frontal a la religión, enquistada no solo en la familia y el colegio, sino en el conjunto de la sociedad colombiana. La tradición, el excesivo apego a los ritos católicos, la posición de los patriarcas de la Iglesia, de mano siempre con las clases pudientes, que alejan a esta Institución de los principios del Cristianismo original.
“El olvido que seremos” nos emociona con su especial lirismo. Los sentimientos afloran en cada episodio de la obra: el cariño de los suyos, la libertad en el campo, la admiración por los ideales, el miedo a la muerte, la incapacidad de olvidar, etc., nos dejan un sabor agridulce, difícil de ignorar.
He aquí un libro que tú debes leer.
Sin duda, “El olvido que seremos” es un libro para leer. Una de las razones es por recordarnos las luchas políticas entre liberales y conservadores; García Márquez ya nos acostumbró a ir por la historia colombiana y encontrar episodios de violencia política, al tiempo que escenas de belleza literaria. Otra razón para leer esta novela es para entender el sentimiento del hijo que todos llevamos adentro, el recuerdo del padre, del guía, del héroe que nos ayudó a afrontar nuestras primeras batallas y asumir nuestras victorias y derrotas. ¡Gracias!